Huesca, 92-93. |
Había una cierta obsesión (lógica, por otra parte) por encontrar a interiores que llenasen la gran falta de centímetros que había en aquel entonces en el basket español. Se trabajó mucho con el chico, pero, por lo que sea, no cumplió con las expectativas. Las lesiones tampoco le ayudaron. Jugó el Mundial sub-22 con una selección B de España en Teruel.
En una entrevista en la radio de la Federación de Baloncesto de Castilla-La Mancha, Saludador cuenta su historia. Os la extracto un poco.
"Empecé en el basket en el colegio de Alcázar de San Juan. Con 14 años ya medía ya dos metros. Vicente Paniagua me lleva a Madrid y paso la prueba".
Ahora, en su Facebook. |
"El año siguiente salí cedido al Breogán. Estuve bien, pero jugué muy poquito. Entrenaba cinco o seis horas diarias. Siempre me arrepentí de haberme ido, porque me intentaron renovar. Pero pensé que podría jugar en otro sitio. Estuve muy a gusto, mejor en ningún lado. Coincidí con Manel Sánchez, que tenía el mismo perfil que Drazen: llegaba el primero y se iba el último. Parecía un chico de 18 años".
"Después fui a Primera B a Huelva. No fue mala temporada. Jugué minutos, aunque no lo deseado. Jugamos el 'playoff' de ascenso. Luego me quedé en blanco. No culminaron las ofertas que tuve de Tau y Forum y me quedé colgado. Me fui a Cuenca, de Primera Nacional, donde estuve fenomenal. Volví a dar el salto a ACB a Huesca, donde sufrí varias lesiones. Entrenaba siete u ocho horas diarias. Decidí colgar las botas a nivel profesional. Tanto estar fuera de casa... Intenté acabar los estudios".
"Regresé a Alcázar y me puse a trabajar con mi madre en su farmacia. Rechacé ofertas para jugar en Portugal, jugando con equipos de la zona. No me arrepiento de haberlo dejado tan pronto. Pensé sobre todo en entrenar cantera, sí es algo que me llama".
"¿Qué me ha dado el baloncesto? Muchos amigos con los que sigo en contacto".
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