En su última temporada en Estudiantes, la 97-98 (Gigantes). |
El Estudiantes mima la cantera. Esto es una obviedad. Cuando hace no mucho estuve paseando por primera vez en mi vida por el Magariños y el Colegio Ramiro de Maeztu sólo se me ocurría ese tópico de "aquí se respira baloncesto". Allí creció y aprendió a meter canastas un niño de un barrio no precisamente pijo como el de Prosperidad, bastante cercano. Para que luego piensen algunos --y esto sí que es un tópico equivocado-- que al Ramiro sólo van los niños guays de Serrano. Estoy hablando de Paco García.
Como tantos otros, García tuvo la oportunidad de debutar en ACB en el equipo de sus sueños infantiles. Eso siempre le quedará ahí, por mucho que ese proyecto de base de élite no llegase a solidificar. Fueron 63 partidos en cuatro temporadas distintas como estudiantil (93-94, 95-96, 96-97 y 97-98), con algunos momentos llamativos. Pero no lo suficiente para una exigencia alta. Los siete encuentros que disputó con el Cáceres en la 98-99 fueron sus últimos en ACB. Y eso que por entonces solamente tenía 24 años.
Remando, hace poco. |
Sin embargo, tenía 30 años y parecía claro que no volvería a jugar con los mejores. Tomó la dura decisión de retirarse. "Mi padre se jubilaba y era una buena oportunidad el poder seguir con la empresa familiar dedicada a la fijación industrial (remaches). Ahora mismo no es un buen momento para el sector pero creo que fue una decisión acertada", me escribe, orgulloso del reciente nacimiento de una "preciosa niña", según cuenta. Sigue viviendo en Prosperidad, con un ojo puesto en lo que sucede en el Estudiantes. Hay amores que nunca se olvidan.
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