En Andorra. Inquietante mirada. |
Tipos difíciles. Siempre nos encantan porque, detrás de esos caracteres irascibles, suelen esconder mucho talento. En la ACB hemos tenido unos cuantos de esos, tanto españoles como extranjeros. De estos últimos, uno de los más significativos es Jerrod Mustaf.
Se trataba, quién lo duda, de un jugadorazo. Un 2,08 que se movía como un felino en la posición de '4', haciendo mucho daño con un primer paso terrible y viendo el aro como una auténtica piscina. No fácilmente se consigue ser primera ronda del draft (el 17 de 1990 escogido por los Knicks), aunque luego las expectativas que levantó su etapa universitaria no se cumplieron en la NBA. En cuatro años entre Nueva York y Phoenix se quedó en 4 puntos y 1,7 rebotes en 10,6 minutos.
En este caso la salida natural suele ser Europa, aunque la suerte no le acompañó y su desembarco en el Paok de Salónica se saldó con una grave lesión. Que bajase por ello su caché permitió entonces que, en la 95-96, el entonces ambicioso Andorra apostase por su fichaje.
Lo que ocurrió entonces sacó lo peor del carácter extraño de Mustaf: disputó los 7 primeros partidos de la temporada a un enorme nivel (20 puntos y 8 rebotes de promedio), pero exigió entonces acudir a una concentración de musulmanes afroamericanos en Washington y no contó con el permiso del que entonces era su entrenador, Edu Torres. ¿La solución? Se largó y no volvió a jugar más con el equipo. Acabó la campaña en el Estrasburgo.
Pugnando con la posición con Alfonso Reyes (Gigantes). |
La siguiente campaña estuvo más irregular y en similares minutos bajó sus promedios a 12 y 6. En los 'playoffs' de semifinales ante el Tau se mostró especialmente flojo. El Barça fue eliminado y él no volvería a jugar en España. El resto de su carrera se desarrolló entre Francia, Polonia y Turquía, donde tuvo un final deshonroso en el 2001 tras ser cortado en el Altay Izmir tras solo tres partidos.
Foto oficial en Take Charge Juvenile Diversion Program. |
¿Y el presente? Vive en Mitchellville (Maryland) y está, parece, muy ocupado. "Presido una entidad benéfica que se llama Take Charge Juvenile Diversion Program. Ofrecemos a los jóvenes y a sus familias prevención ante los posibles problemas y ayuda si los tienen". No es lo único en lo que está metido: su otro proyecto estrella es la Street Basketball Association, de la que es comisionado. "También llevo a un grupo de jugadores americanos profesionales de streetball en las islas Reunión, donde juegan exhibiciones", apostilla.
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