viernes, 11 de enero de 2013

Dani Fernández: Entrenador en la pista (no es una frase hecha)


Dando instrucciones a sus compañeros... y pupilos (Foto: ADB Hellín).

Foto oficial con el Fuenlabrada.
Un burdo montaje, ¿verdad?

Lo que más me gusta de la historia de Dani Fernández es el punto en el que se encuentra ahora mismo, hoy. ¿Por qué? Cerca de cumplir los 37, sigue en activo en las pistas. Eso no sería nada extraordinario (hay ejemplos de longevidad superiores)... si no fuera por el hecho de que lo hace al mismo tiempo que entrena. Sí, señores: Dani Fernández es entrenador-jugador. También existe en baloncesto esa figura que en otros deportes tampoco es nada habitual, pero se da más a menudo.

Ejerce profesionalmente en el albaceteño Hellín de la Primera Nacional de Castilla-La Mancha. "Quizás no sea la situación ideal, pero... ¿quién mejor para saber lo que sucede en la pista que alguien que está dentro de ella?", se pregunta. Argumenta que está encaminado a ser entrenador (se acaba de sacar el título nacional) y que cuando la directiva se lo propuso hace tres temporadas, aceptó porque se vio capaz.

Se trata, también hay que decirlo, de la gran estrella del equipo, alguien que, pese a su edad, anda sobrado para lucir mucho en esta categoría, tanto a nivel físico como técnico. "A veces es complicado, pero le he cogido el gusto. Mientras pueda seguir jugando, lo haré. Cuando no, me centraré en ser únicamente entrenador". Con el Hellín ha conseguido ya un ascenso y una Copa Federación, siendo él absolutamente clave... en todos los sentidos.

En pista con el Hellín
(Foto: El Pueblo de Albacete).
Aparte de su 'pluriempleo', Dani también tiene detrás una trayectoria singular. Nacido en Leganés, el Fuenlabrada le reclutó para sus categorías inferiores y le hizo debutar jovencísimo en la ACB 96-97. Después dio algunos saltos por las divisiones federativas hasta llegar a su gran momento: jugar de forma continuada 34 partidos ligueros con el Cantabria Lobos 2000-01 como reserva de Ruiz Lorente. Eso le valió poder regresar a Fuenlabrada, pero el papel que tenía apalabrado fue a José Miguel Antúnez y él se tuvo que buscar la vida en Lugo, donde tampoco cuajó. En esa 2001-02 acababa su trayectoria ACB (con 46 encuentros y 12 minutos y 3,5 puntos de promedio). Es un base alto, fuerte, con una gran afición por tirar (y meter) desde 8 metros.

Tras pasar por LEB 2 (Calpe) y LEB Bronce (Molina), la vida le situó en Hellín hace unos años para fichar cuando el equipo estaba en EBA. Allí se quedó. Cuando mira atrás, tiene una mezcla de sensaciones. "Por un lado he tenido suerte, porque es un orgullo debutar en ACB, entrenar todos los días con gente como Perasovic, enfrentarme en una pista a mi ídolo, que era Sabonis. Pero por otro lado sé que ha sido una lástima no haber podido coger el tren del todo. Si hubiese tenido un par de años o tres de continuidad arriba, en ese puesto de segundo base, todo hubiese sido distinto", reflexiona.

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